viernes, 20 de mayo de 2016

Receptores


¿Que me está oyendo?
¿Todo el tiempo?
...
¿Hoo-la?


Dicen que en torno a la semana 14 el bicho oye. Que sí, tal y como suena, no ya la voz de la madre en plan documental o los comentarios de los extras de una peli, a fin de cuentas está dentro de ella, sino la tuya y la del resto de la gente. Y no necesita auriculares en la tripa, home cinema o que grites como cuando los españoles hablamos inglés.

Piensas en él dentro de tu señora, analizando el espacio exterior mediante el sonido, suspendido a lo 2001 y te das cuenta de que el alienígena ha pasado a ser astronauta y está un poco más cerca de vuestra especie.

Lo imaginas ahí en su medio y llega esa sensación agradable que da escuchar a la gente mientras estás sumergido en la calma y calidez del agua. Porque las tomas de contacto se deberían de hacer así, desde la lejanía científica del sonido, luego ya vendrá la exploración de campo.

Y es posible que te preguntes que cómo sabes que oye. La verdad es que no tienes ni idea de cómo descubrirlo, crees que su capacidad auditiva está en marcha porque en algún momento debería de empezar y porque, qué narices, te gusta la idea.

En verdad es un primer contacto con vosotros. El más íntimo lo tendrá con tu señora, a ella la debe escuchar como cuando estás a punto de dormirte y escuchas hablar, como una voz en off, quizás como lo que suena en tu cabeza ahora que lees esto, pero con el impresionante matiz de que es la primera voz que va a oír. La tuya, sin duda, será la segunda en importancia; en algunos casos puede que la oiga más que la de su madre (los hay que no callamos ni bajo el agua). Dicen los que saben que distingue tonos, entonaciones y estados de ánimo; entonces por qué no hablarle tal y como eres. Total, va a ser vuestro compañero de piso, así que que se vaya acostumbrando.

Y si es así, si todo primer contacto es importante, ¿por qué no tener algún detalle con el astronauta? Al fin y al cabo tiene la dura tarea de descubrir que al otro lado de la placenta se encuentra su propio planeta.

No debe de ser fácil, aunque la curiosidad es un motor que ayuda con cualquier esfuerzo. Pero piensa en todo un día recibiendo estímulos auditivos de un mundo exterior del que no sabes nada. Piensa en analizar cada tono y timbre, y en distinguir la información real de las estupideces que hacemos los adultos ante una tripa con astronauta. Por fin llega el momento de acabar un día duro, suspendido en tu postura favorita y chuparte tu recién encontrado dedo para cerrar, poco a poco los ojos y quedar completamente dormido.

¿Qué tal un poco de ayuda? Sea pues.

Buenas noches Tal. Buenas noches Boecio.



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