miércoles, 5 de octubre de 2016

Recta final



–Este está cada vez más despierto.

–¿Te has fijado?, se mueve de forma continua, como si saludara.

–Sí, pasa rozando la superficie, ¡como los tiburones!



Compañero, se acabaron las charlas, las transformaciones y ese seguimiento continuo de lo que hasta ahora ha sido el bicho. El proceso sigue en marcha pero ya lo conoces, sabes más o menos cómo funciona y toda novedad recae en el paso siguiente. Ahora más que nunca visualizas el cara a cara; a fin de cuentas es eso lo que estabais esperando. Si hasta este momento la evolución del bichejo hacía imposible pensar siquiera en la espera, ahora es cuando llegan con fuerza las ganas de ver a tu Tal.

A estas alturas ya tendrás el recorrido al hospital aprendido (o deberías), con un par de rutas, un plan de escape para tenerlo todo listo y un billete al Quinto Pino por si te arrepientes. Seguramente estás planteándote ya tener en el coche el carro, el cuco, la silla del coche, un cojín de lactancia, un juego de destornilladores, una llave inglesa y una manta fina, por el “¿quién sabe?”; por ahí andará la maleta de emergencia, a cremallera cerrada, con ropa para tu Tal, pañales, toquilla, baberos, una bata cómoda, zapatillas para tu señora y útiles de entablillar para cuando estrujen tu mano en el parto. Claro que, conociéndonos, también es posible que todo se deje para más adelante y acabes el día del lanzamiento con una bolsa de plástico, pillando todo lo que puedas coger de un zarpazo; sea como sea, lo más importante lo llevaréis seguro, ese no se escapa del huevo hasta la fecha indicada.

El caso es que tu Tal está ahí ya, casi puedes tocarlo pero queda. Queda tachar los días y esperar. Y es este último paso, el que parece más estático, el que más va a notar tu señora, porque es ella quien lleva ese peso que aumenta conforme llega a su destino y eso, por mucho que te esfuerces, solo lo puede comprender ella y el tipejo ese que llevó un anillo a Mordor. Así que toca hacer de “Su Sam”, que ella descanse, se alimente debidamente, de paseos y haga poco más que dar el último horneado al pequeñajo.

Así que, ánimo, aun queda trecho por recorrer en este último tramo. Pasa lento y parece ser, por la cercanía, el más difícil, pero también el más esperado. Salvando la última eco, la próxima vez que tengas noticias de Tal estará en vuestros brazos y debe ser algo increíble, básico e instintivo, una sensación única diseñada para aguantar las horas de lloros y sueño que tu Tal os va a regalar. Eso es así, y debe ser una experiencia absolutamente terrible, de lo peor que vas a vivir; que muchos deciden repetir.