martes, 3 de mayo de 2016

La primera foto

Caballero, es la otra pantalla... la que NO está apagada.


A lo largo del preñamiento, pasaréis por 3 o 4 ecografías. Normalmente son 3; 4 si se hace una previa a las oficiales. Si además vais por la privada, tenéis enchufe o una máquina de ecografías en la mesita de noche, veréis unas cuantas más.

En principio con 3 va bien, salvo que algo se haya complicado. Y complicado significa eso mismo, un poco de reposo y echarle más el ojo al bicho, pero poco más.

El caso es que toca ir a que le saquen la primera foto de carnet a "Tal" (a partir de ahora lo dejo sin comillas, acuérdate de sustituirlo por el nombre que quieras, aunque la verdad es que Tal también tiene su punto...). Los prolegómenos son bastante sencillos: a tu señora le dejan tumbarse, le ponen crema fresquita en la tripa y le masajean con un cacharro; tú mientras estarás sentado en una silla y, no, no hay crema ni tumbona ni masaje para ti, ni siquiera palomitas.

Si vas por la pública seréis unos cuantos esperando, en la privada puede que también y encima pagas; por suerte el sistema de turnos ayuda.

Prepararse mirando los dibujos aquellos que salían en 3D si te ponías bizco no es necesario; tampoco le des muchas vueltas, aunque parezca mentira, al final todo tendrá sentido. Lo que ves es una especie de carretera negra vista en perspectiva y una textura grumosa de varios tonos de gris a ambos lados. Te dirán que es el útero que si tal o cual, tú mira con cara de entendido y asiente solemnemente, tranquilo, ya te digo que al final todo tendrá sentido.

En medio de la carretera esa estará Tal, ahí recogidico. A primera vista parece un alien, bastante feo, pero no lo digas, suele tomarse a mal; lo importante es que tiene de todo y ya viene montado. Puede que no sepas qué es la cabeza y qué el culo; te dirán que si ves las manitas o los pies o cualquier otra pieza, tú tranquilo y asiente solemne. El médico, que hace de operador de la máquina, medirá a Tal para ver que concuerde con el tiempo que lleva fraguándose; ahí, con la ayuda de la pantalla y las líneas de medición, es más fácil hacerse una idea de qué es qué. Aquí se confirma que los humanos en periodo de gestación venimos de otro planeta, vamos que somos enanos, cabezones y, hasta la semana 20, asexuados... pero la ostia de cabezones.

Y llegado a este punto, puede que te quedes un poco extrañado; como alejado de ese alienígena que ni habla, ni saluda ni nada; tú sonríe tranquilo. Porque cuando menos te lo esperas, cuando empiezas a ver la pantalla preguntándote qué se debería sentir, coge el bicho da un respingo y se mueve. Así de golpe, ¡se mueve el cabrón! Y te viene a la mente el momento en que enchufaste tu primer trabajo de tecnología y viste que aquello iba solo. Alucinas, se te va la vista a tu señora y se te olvida que le hayan dado la silla más cómoda y le hayan puesto la cremita, porque está ahí con la misma cara de idiota que tú. Pero lo mejor está por venir, porque es entonces cuando el médico, que en esto ya es perro viejo, le endiña al audio y oyes el latido de tu Tal. ¡Me cago en la leche, los pelos como escarpias y un hormiguero entero en la nuca!, tu mente recurre a los clásicos y te trae en primer plano a un Victor Frankenstein gritando como un loco: «¡Vive!». Y sales orgulloso, sonriendo como un tonto con la sensación de que, al final, todo es tan absolutamente increíble que tiene sentido.

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